lunes, 11 de agosto de 2008

El mejor alumno


Con tan sólo un partido, Ricky Rubio ha justificado su presencia en la selección española de baloncesto, campeona mundial. Un adolescente entre hombres, pero la situación no es nueva. Cuando Rubio fichó por el Joventut, siendo pre-infantil (12-13 años), ya pasó a jugar directamente al infantil (13-14). La misma situación vivió con la selección catalana. “Ricky fue convocado porque ya destacaba mucho en la categoría”, analiza Víctor García, seleccionador catalán infantil de Rubio. Dos años más tarde repitió la misma coyuntura: siendo cadete de primer año (14-15) subió automáticamente con el de segundo año (15-16). Y con la selección catalana pasaba lo mismo: “No era habitual convocar a chavales de otras generaciones. Pero la verdad es que estamos hablando de un caso excepcional”, explica Xavier Isern, técnico de Rubio en la selección catalana cadete; “Ricky tenía más galones que un simple novato y un lideraje fuerte dentro el grupo”. Al año siguiente, con 14 años, La Penya lo inscribía con el júnior de segundo año (17-18) –compartiendo vestuario con su hermano Marc Rubio- y Aíto García Reneses lo hacía debutar en la ACB con 14 años, 11 meses y 24 días.
Desde que empezó a botar la pelota, Rubio perseguía nuevos retos y quería enfrentarse, cada vez más, con rivales de más edad que él. “Siempre jugaba con chicos más grandes”, recuerda Daniel Poza, entrenador de Rubio en El Masnou cuando era mini (11-12). “Ricky era el típico chico que no tenía claro si le gustaba el baloncesto o el fútbol. De hecho estuvo alguna temporada combinando los dos deportes”. Pero Rubio, cansado de no tocar balón en el fútbol se decantó por el baloncesto, un deporte que sin saber cómo era el protagonista: “Sin querer robaba balones sin parar. Ya tenía estas cualidades innatas de ahora”, explica Poza. “Pese a su corta edad, Ricky controlaba muy bien el juego”, considera Ricard Daura, técnico de Rubio en la selección catalán mini y actual subdirector del área de las selecciones y del Programa de Detección y Perfeccionamiento (PDP) de jugadores de la Federación Catalana. “Sin lugar a duda, Ricky es el mejor jugador que he entrenado”, remacha Daura. “Era un jugador excepcional, con unas capacidades muy superiores a cualquier jugador de su edad”, examina Joan Carles Pie, seleccionador catalán infantil de Rubio. “Me discutía con muchos entrenadores que opinaban que Rubio pecaba de individualismo y de conformista, pero viéndolo entrenar sabías que era muy especial”, recuerda Poza.
Y es que el talento innato del jugador va unido con unas ganas titánicas de trabajar: “Tiene una actitud insuperable, sabe qué es bueno para él y se vuelca. Entiende que su mejora es una consecuencia del trabajo”, comenta Daniel Moreno, preparador físico de las categorías inferiores del DKV Joventut. “Aún no tengo asimilado que iré a los Juegos Olímpicos, yo sólo he estado entrenando y pensando en el trabajo diario”, confesaba Rubio. Y con eso ya basta para un jugador que, como los mejores alumnos, le han subido de cursos desde que empezó a jugar.

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