martes, 17 de junio de 2008

Catalanidad, demagogia e incompetencia

El proyecto de Chichi Creus de catalanizar la sección del Barça de baloncesto corre el riesgo de ser demagogia pura y dura. Influenciado por esta áurea de apostar por técnicos de casa (el Joventut por Sito Alonso y el Madrid por Joan Plaza, y en fútbol el caso del Espanyol con Tintín Márquez) Joan Laporta ha aprovechado para marcarse un tanto de humildad y catalanidad y colocar a Josep Guardiola y Xavi Pascual como responsables del fútbol y el baloncesto.

Una catalanidad que le viene como anillo al dedo a un Joan Laporta que se le ha descontrolado el club, siendo esta la peor temporada en cuestión de títulos (dos títulos importantes) des de hace 13 años. Con Pascual, el presidente azulgrana intentará recuperar una conexión entre el público del Palau y el equipo de baloncesto. Una conexión que Laporta nunca ha tenido por ser el culpable, según el aficionado del Blaugrana, de destrozar a una sección huérfana de referentes y sin un proyecto para soñar. Y para hacer más daño en la herida, el vecino y eterno rival, el Joventut, no ha parado de fabricar nuevos talentos y referentes de su cantera. A los Rudy Fernández, Ricky Rubio, Pau Ribas y Pere Tomás, el Barça contestaba con Ed Cota, Gary Neal, Giannis Bourousis y Michel Morandais, entre otros. Los debuts de Marc Fernández (ViveMenorca), Alex Hernández y Nihad Dedovic (la gran promesa del básquet azulgrana que cada temporada dicen que la siguiente será la suya) quedan en un papel testimonial para no hablar del papel que tiene Albert Moncasí en la plantilla.

Ahora, después del terrorífico paso del tándem Ivanovic-Savic que ha vaciado las gradas del Palau, Laporta, y en última instancia Josep Cubells, apuesta por Creus-Pascual. Una dupla que si se ha elegido por criterios profesionales, se le tiene que dar la oportunidad que todo cuerpo técnico merece. Pero si la elección de Pascual, un entrenador con fecha de caducidad des del primer día, responde a una proclama catalanista y no a criterios profesionales nos encontramos en una campaña demagógica con resultados catastróficos. Xavi Pascual ha conseguido reunificar y avivar un vestuario muy complicado después de la marcha de Ivanovic. Consiguiendo la clasificación para la Euroliga (una obligación en todo caso) se la ha considerado como el salvador de un equipo sin rumbo. En la final de la ACB contra el Tau (3-0), y en otros muchos más partidos, Pascual se vio desbordado por la pizarra de Spahija.

Con esto no estoy diciendo que catalanidad y competencia no puedan ser posibles. Ricard Casas sonó como futurible para sentarse en el banquillo del Barcelona. Una apuesta segura que se esfumó con su renovación por el ViveMenorca. Un técnico catalán, que apuesta fuerte por la cantera y que, a pesar de su andadura complicada por el Pamesa Valéncia, ya le toca entrenar a un club grande. Casas, o cualquier otro técnico, hubiera sido escogido por criterios profesionales y en base a un proyecto.

El proyecto es catalanizar la plantilla. Rafa Martínez ya tiene pie y medio en el Pamesa, el fichaje de Ricky Rubio es una quimera y aún se tienen que concretar las incorporaciones de Víctor Sada, Marc Gasol y Juan Carlos Navarro. Mientras tanto, Marconato abandona el club y es muy posible que lo sigan Basile, Neal y Pepe Sánchez. El argentino y la pareja italiana marcharán como culpables de un proyecto en que los verdaderos verdugos seguirán dentro del vestuario. Lakovic, Acker, Kasun o Vázquez han sido capaces de lo mejor y de lo peor. Pero lo que sí que es verdad es que ninguno de ellos ha hecho ganar al Barça partidos decisivos, que es cuando las grandes “estrellas” del banquillo azulgrana tendrían que decidir. Los casos dramáticos de Kasun, Vázquez, Acker e incluso Trias (relegado a un papel testimonial en este tramo final de la temporada) aún tienen que resolverse.

Que esta catalanidad (demagógica o no) se transforme en acciones racionales y no se cometan errores como el traspaso de Pepe Sánchez y se afiance la continuidad de Ersan Ilyasova (el pilar básico para el futuro proyecto). La catalanidad no tiene que impedir actuar con un criterio basquetbolístico, al contrario. Es de felicitar el intento de la catalanización y el impulso de la cantera. Pero todo pensado con la cabeza y no con el corazón.

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